domingo, 3 de agosto de 2014

1ª Edición "Foto-Autor"

Héctor González de Cunco


Héctor, es uno de los fotógrafos con más experiencia en el rubro del país, su amplia trayectoria se remonta al sur de Chile. Nacido en Cunco y crecido en Temuco, migró a estados unidos y Europa en los 80’ permaneciendo fuera del país 28 de los 50 años que lleva trabajando y mirando como fotógrafo, oficio que explora con naturalidad y mucha humildad. Ni la perfección técnica, ni la belleza son sus afanes sino crear relatos buscando rescatar la identidad y la memoria, nuestras raíces, retratando aquel mundo simbólico que no es palpable con las manos sino perceptible por la experiencia, una realidad significante. Comenzó a trabajar en Temuco, haciendo fotografías de bautizos, comuniones y matrimonios en blanco y negro, su entrada a lo digital fue con resistencia, luego de una larga historia dentro de los laboratorios, hoy utiliza el facebook fuertemente como medio de difusión compartiendo muy generosamente casi una foto diaria. 
Su método de trabajo es dirigido, pero a la vez alejado de la artifiocidad, dejando sorprenderse por la realidad ayudado por “los dioses paganos de la fotografía”. Dentro de sus series destacadas, está el proyecto “vivir y morir en $antiago de $hile”, inspirado en una fuerte critica las consecuencias del sistema neoliberal en el país: La desigualdad, el consumismo, el apagón cultural, la individualización de la sociedad. 
En esta ocasión nos presenta una fotografías muy personales, que inicia desde su infancia. Este trabajo nos muestra su “pueblo”, Cunco, ubicado en la IX región en la zona pre cordillerana Mapuche, los que dieron el nombre de aguas clara a esta tierra y el cual fue fundado “oficialmente” el año 1883, durante la nefasta pacificación de la Araucanía, donde se mezclaron los habitantes mapuches, criollos e inmigrantes europeos. Héctor, que comparte historias de infancia con esas tierras, creció  en ellas guiado por un imaginario en torno al oficio de su tío, quien era herrero, lleno de historias de campo y un mundo que se fue transformando y desvaneciendo con el paso del tiempo. 
En 2005 en medio de otro proyecto que lo llevó al sur, vuelve a Cunco, encontrándose con un lugar diferente al que él recordaba y habiendo él mismo cambiado. Comenzó a fotografiar sin saber por qué o para qué, dándose cuenta del fuerte proceso de aculturación que se palpaba en las calles y en la gente, donde el negocio de barrio fue reemplazado por el supermercado, la cocina a leña con la familia reunida contando historia cambiada por el gas de galón y el LSD en el living, y las típicas construcciones de madera y tejas, por el frío y homogéneo concreto. Este proyecto tiene fuertes lazos emocionales, el cual concluirá posiblemente con su muerte. Trabajado al blanco y negro –como toda su obra- a modo de hacer más evidente aún la abstracción de la realidad, busca rescatar las costumbres, la gente que ha vivido este cambio y que sin embargo mantiene mucho de “lo antiguo”, retando la tradicionalidad, personalidad y paisajes, en un documental que espera ver la luz prontamente como un libro.

Imágenes 

















Rita Gajardo 


Esta artista tiene 24 años. Trabaja como fotógrafa freelancer. Su trabajo lo define dentro de la rama artística de la fotografía, interesándose por la poesía visual; también por los viajes y los libros, ambos importantes dentro de su proceso creativo. Su interés comienza de pequeña, posando para su mamá frente a la cámara familiar, luego llegó una análoga automática para continuar con su interés en el instituto Alpes, donde actualmente espera el examen de grado para graduarse.

“Desolada iluminación“

Rita, en estas fotografías, desvanece efímeramente la folklórica imagen de Valparaíso. En cambio nos sumerge desde su lente, en la desolación y olvido que habita detrás de algunos muros de la hermosa ciudad porteña que vemos en las postales. Las imágenes que nos muestra encarnan fuertemente su título: desolada iluminación. Los escombros abundan, las paredes que en algún momento fueron color y hogar, hoy están deshechas, caídas, y las que aun siguen en pie son iluminadas únicamente por la luz que se escapa entre el techo corroído y rasguñado por el tiempo que carcome los objetos tanto como los seres humanos que alguna vez vivieron e hicieron entre esos muros su hogar. 

Este ensayo también tiene mucho de personal, buscando composiciones en medio del desorden y ayudada por la buena iluminación, refleja aspectos sentidos en ella misma, caos y nostalgia, retratando espacios llenos de historias calladas, cicatrices y dolores, reflejos de la particular vida en el puerto y de un particular momento personal.

Imágenes
















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